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21 de enero de 2010

FRACTURA SOCIAL


En las economías capitalistas como la que nos encontramos (democráticas), es un objetivo crear una clase media alta lo más amplia posible. Normalmente, se asocia el progreso a la disminución de las diferencias entre las distintas clases sociales, es decir, un país es tanto más avanzado económica y socialmente cuanto menos diferencia hay entre los que más ganan y los que menos tienen. Por el contrario, en los países que llamamos "en vías de desarrollo" y aún más en los tercermundistas, la brecha entre los ricos (alrededor del 10% que se reparten el 90% de la renta) y los pobres es tal, que tienen que vivir separadamente para evitar episodios de violencia. Creo que podemos aceptar que España, con la Democracia y, principalmente, tras su entrada en la CEE, ha hecho ese recorrido propio del desarrollo en un plazo bastante breve, habiendo alcanzado unas cotas de igualdad meritorias y reconocidas en el mundo entero, acompañadas de unos logros de carácter social que pueden ser de los más avanzados del mundo. Con muchos problemas en el camino, derivados, creo yo , de tener una clase política en general poco profesional y, una derecha en particular, demasiado conservadora y hasta retrógrada, hemos ido consiguiendo cotas que nos han igualado prácticamente a la media europea (también porque esta ha bajado sensiblemente con la ampliación) y hasta adelantado a países que siempre hemos considerado en la vanguardia de los Estados desarrollados.

Sin embargo, la crisis que nos azota, está abriendo una BRECHA ECONOMICA Y SOCIAL muy fuerte que será difícil y costosa de superar en el tiempo. Porque la crisis, si bien general, no está afectando a todos por igual y, mientras una parte de la sociedad (funcionarios, empleados de empresas financieras, aseguradoras, sanitarias, ...) pueden mantener sus trabajos y su capacidad adquisitiva, la otra parte están sufriendo un deterioro en su calidad de vida que es muy lamentable y tendrá sus consecuencias sociales. Hablo de los parados (20%), sus familias, los estudiantes, los emigrantes, los trabajadores de la última escala, los empleados de la construcción que todavía mantienen su empleo, ...

Las consecuencias empiezan a notarse, pero todavía las medidas económicas de solidaridad emprendidas han evitado que sea demasiado evidente. Pero éstas no podrán mantenerse en el tiempo y, poco a poco, tendremos más marginados socialmente y, lo que hasta ahora era una minoría irá creciendo hasta convertirse en una masa tan amplia y fortalecida por la necesidad que, dependiendo de como sepamos darle una esperanza de futuro y un sustento para el presente, evitaremos que su empuje sea nuestro aplastamiento.

Es una gran oportunidad para cambiar la sociedad de nuestro futuro; tras este enorme tropiezo, debemos aprender de los errores y rectificar. Sólo existe un camino: la educación.

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