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24 de enero de 2010

Fumar era un placer...



Cada vez está más cerca el momento en que seremos un poco menos libres.
Entre mis amigos es cada vez más frecuente y enconada la discusión sobre la prohibición de fumar en bares, restaurantes y demás sitios de ocio dónde no es obligatoria la asistencia. La salud pública es muy importante, por supuesto, pero no soy partidario de "intentar resolver" algo con prohibiciones. Respecto a este tema hay argumentos que se emplean para defender o atacar la futura ley. Voy a enumerar los que recuerdo con mi opinión, adelantando que soy un ex-fumador que preferiría que cada establecimiento eligiera si se fuma o no (¿Por qué será que actualmente es así y apenas hay sitios que hayan elegido la ausencia total de humo si, según las estadísticas, la mitad de la población no fuma?):
1.- Se habla de hipocresía cuando la administración pretende prohibir el acto de fumar pero el tabaco se sigue vendiendo e incluso se va a ampliar los puntos de venta del mismo (kioskos, ...). Efectivamente, algo de eso hay. Aunque haya una directriz europea en ese sentido, y la gran mayoría de los países lo hayan adoptado ya, echo de menos la defensa de la libertad de elección que en otros temas, acertadamente, sí se ha hecho.
2.- Se dice que justifican mantener la venta e incrementar los impuestos porque sin ese consumo, el Estado vería perjudicadas sus cuentas. Esto creo que no tiene gran base, ya que el importe que supone el ingreso vía impuestos por venta de tabaco es un grano de arena en la playa y no movería los cimientos de los presupuestos. Sin embargo, si creo de importancia resaltar que otras actividades (deportivas fundamentalmente) están patrocinadas por marcas de tabaco que, aunque se prohiba su publicidad directa, aporta mucho dinero que no creo que estén dispuestos a renunciar.
3.- En el centro de todo está que cuando en un sitio alguien fuma, el humo que emite contamina el ambiente y perjudica a todos, los que fuman (que lo aceptan como usuarios) y los que no fuman (pero habría que decir que nadie los ha obligado a ir y si lo hacen tal vez es porque los beneficios del contacto social con otras gentes superan los inconvenientes del tabaco). Para mí este es el tema fundamental: la LIBERTAD DE ELECCION. Si algo es legal (fumar lo es hasta que no digan lo contrario), tiene que ser el individuo quien decida sobre su uso y/o consumo, sobretodo cuando está asociado al ocio (primera industria nacional, no lo olvidemos, y que también podemos perjudicarla) y se ofrecen opciones para todos (puestos a equilibrar y dado que los empresarios no han sido capaces de renunciar al negocio que mueven los fumadores, que haya cupos de establecimientos para no fumadores que no estén dispuestos a "mezclarse").
4.- La salud: ya somos mayorcitos para decidir cada uno sobre la nuestra. Salvaguardando los lugares públicos donde es obligatoria la asistencia, el resto no tienen porque verse obligados a hacer de policías sanitarios, como tampoco deciden sobre si te compras zapatos de mala calidad que te hacen polvo los pies...
5.- Marginación. Lo de fumar ha pasado de ser un placer, una moda, socialmente aceptado, referente de gentes y lugares apetecibles y muchas más cosas con connotaciones positivas, a un vicio que hay que señalar al que lo practique (se le pone en los paquetes frases y fotos que le recuerden lo malo que es); apartarlo de las reuniones sociales o, en caso de que asista, se reprima o sacrifique. Esto es una forma de marginación que recuerda a prácticas totalitarias que, llevadas al extremo podrían ser muy peligrosas.
En fin, que el debate que debería existir para tomar una decisión que afecta a mucha gente, se elimina y se hace una ley prohibitiva. Mala solución. Sin embargo, también digo que, como ha ocurrido en otros países, cuando se ponga en práctica, habrá un período de adaptación incómodo y de protestas, pero pasará y la vida seguirá, con menos libertad, pero seguirá. Espérenlo fumando que luego no podrán.

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