La última película de Haneke, "La Cinta Blanca" (7/10), es un ejercicio de cine espléndido que no necesita de ningún tipo de efectos ni alharadas para disparar un aplastante mensaje sobre supuestos orígenes de la ideología nazi. En blanco y negro, con una serenidad pasmosa y mediante personajes cargados de inocencia, rectitud, religiosidad, orden y concierto, todo ello ingredientes que parece que sólo pueden generar "bien", se va cociendo lentamente (dos horas y medias de fascinantes imágenes), salpicada de tragedias individuales y aparentemente inconexas, una merienda no precisa y no solamente de negros, como todos conocemos. Te quedas un poco "chafado" cuando termina, porque es tal la carga que desprende que te abruma y no sabes si debes salir del cine o esperar un poco a recuperarte. Luego, das las gracias por haberla visto.
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